El incremento de la población mundial, estimada en un 34% en el 2050, provocará una mayor demanda de proteínas a nivel global. Teniendo en cuenta que mayoritariamente proceden de productos de origen animal, esto supondrá un aumento en el consumo de productos cárnicos de un 40% en los próximos 20 años. Esta mayor demanda plantea la necesidad de asegurar la sostenibilidad en la gestión de este recurso mediante procesos más eficientes y la utilización de nuevas fuentes proteicas para el desarrollo de una economía más competitiva, sostenible e integradora (estrategia europea 2020).
Se ha de tener en cuenta, además que, en los países occidentales, el auge en la demanda de proteínas vegetales por parte de los consumidores no solo responde a cuestiones de sostenibilidad, sino que también está íntimamente ligada, por una parte a la necesidad concreta del consumidor actual por buscar alimentos más naturales y sobre todo, más saludables y en ciertos casos, libres de ciertos alérgenos; derivando todo ello en la adopción de nuevas dietas como la vegetariana, vegana o flexitariana; y por otra parte el creciente mercado de la alimentación específica para deportistas a través de alimentos proteicos que incrementen o regenerar la masa muscular en condiciones de
esfuerzos físicos intensos.
Así, el reto para la industria alimentaria está en cubrir la necesidad de proteínas para una población de 1.000 millones de personas en 2050, de una forma sostenible y saludable para los consumidores. Esto será posible buscando nuevas fuentes de proteínas y cambiando los modelos de negocio actuales.